CARTAS AL PADRE JAKOB, de Finlandia, 2009
La austeridad con que está filmada la historia no impide que se desprenda un gran serenidad de sus imágenes.
Todo el film se construye entorno a ellos dos y la casa donde habitan en medio de un bosque y cerca de un lago a la que tan solo llega esporádicamente un cartero asustadizo.
Hay emociones, hay tensión, merced a un extraordinario trabajo de los actores, y un buen guión.
Con dos actores, Klaus Härö y Jaana Makkonen, es un interesante estudio sobre la soledad, la esperanza, el poder de la fe y las posibilidades de redención.
Leila es dura, descreída, escéptica; en el ocaso de su vida el mundo del padre Jacob se tambalea cuando el correo deja de llegar; y el cartero debe abandonar su muda tarea y participar en la acción; juntos representan a toda la humanidad con sus ilusiones, sus desengaños, su responsabilidad y su fe.
Sentido mensaje para una película muy cuidada desde lo formal, con hermosos planos de la naturaleza finlandesa, con un lenguaje elegante y muy trabajado para transmitir tanta espiritualidad.
Finlandia, época actual - podría ser igualmente hace cien años-. En una parroquia perdida y casi abandonada vive el padre Jacob, anciano, ciego y solo.
Los servicios sociales le envían de ayudante a Leila, mujer madura, asesina convicta, recién indultada. Jacob la necesita solamente para que le lea la abundante correspondencia que recibe a diario, y para que escriba las respuestas que él le dicta.
Esa correspondencia con gente que le pide consejo y oraciones es la razón de ser del padre Jacob, pero a la desengañada Leila le resulta una tarea absurda y sin sentido. Y las cartas dejan de llegar…
A pesar de su desprecio hacia la tarea del Padre Jacob, Leila sin embargo se hará cargo y asumirá la responsabilidad de salvar al anciano de la desesperación y el vacío.
Así como él la salva, aunque aún no lo sabemos a esa altura de la película, por pedido de la hermana que nunca ha dejado de escribirle. Pero para llegar a ese momento, que es el climax del desarrollo narrativo, tendremos que esperar hasta casi el final.
Y es en ese momento que agradecemos al director, a Klaus Härö, que nos recuerda el sentimiento de compasión, que nos hace sufrir viendo el sentimiento de otro ser humano, y es en ese "sentir con otro", que nos sentimos hermanados, y nos reconcilia con la condición humana.
Leila es un personaje complejo, que nos atrae desde el primer momento. Es tosco y suave al mismo tiempo, ambiguo en su brutalidad, desprecio, descreimiento, egoismo, y al mismo tiempo su simpleza, ingenuidad, pragmatismo, despiertan ternura y humor.
El personaje del anciano cura es único por su gran humanidad, conocimiento y percepción de los dolores y sufrimientos humanos, dedicado a ayudar moralmente a quienes lo necesiten. Su vida no tiene otro sentido que el de confortar a los creyentes que acuden a él a través de las cartas.
Como se explica en la película, su tarea es la INTERSECION: "La gente pide que recemos por ellos y nosotros los acercamos a Dios. Es importante que la gente sepa sienta que hay alguien velando por ellos. Y que nadie es inútil o ha sido olvidado".
Ella no comprende la vida del sacerdote, porqué vive en ese lugar semiabandonado, lleno de goteras. Como tampoco comprende su ocupación de responder cartas, lo que para ella constituye una absoluta inutilidad.
Será sin embargo para ella misma una gran lección descubrir los insospechados resultados que pueden tener esas cartas, llenas de angustia, desesperación, pedidos de ayuda, acompañamiento espiritual.
El Padre Jacob responde cada una de las súplicas, y ofrece oraciones, plegarias a Dios y frases de consuelo o consejos inspirados en el Evangelio.
La película muestra la seriedad con la que el P. Jacob asume su apostolado epistolar. Cada carta es una persona, digna de ser escuchada con profunda atención y reverencia. Sus respuestas son precedidas con un acto de recogimiento y oración.
Resulta conmovedor el planteamiento a traves del enfrentamiento y convivencia de estos personajes, que a través del relato serán conducidos finalmente al encuentro, un encuentro de almas como pocas veces el cine lo ha mostrado.
La pelicula logra conmover al plantear un conflicto inmensamente humano, de culpa, expiación, renuncia, escepticismo, creencia y amor.
Porque es en el amor en el que se reúnen estos personajes en el climax del relato, en una escena inolvidable, de confesión, explica y devela tanto al personaje de Leila, como la trama misma de la historia.
Ella será la última testigo de la eficacia de las oraciones y de la caridad del P. Jacob.
Y si parece paradójico que su tarea está centrada en la lectura y escritura de las misivas en su condición de ciego, por un lado, y por eso mismo necesitado de alguien que lo ayude en su tarea, siendo la misma la de ayudar a los otros, la película muestra que todos podemos ayudar y a la vez, necesitamos de los otros.
La condición humana no nos hace autosuficientes, sino vulnerables. Por eso, nos dice esta hermosa película, el camino de toda vida humana no puede ser otro que el del amor y la compasión.
El director expresa el profundo valor sobrenatural que puede alcanzar un hecho tan sencillo como son escribir unas breves líneas cuando este acto es realizado desde una perspectiva de amor y como un acto de fe.
El testimonio del Padre Jacob significará un desequilibrante cuestionamiento para Leila. Pero también el encuentro con ella es para el relligioso un severo cuestionamiento: Jakov llega a preguntarse si realmente su tarea está guiada o dirigida a Dios, o tal vez por su propia necesidad humana.
En la escena de la iglesia, Jakov se enfrenta, en una crisis personal de fe, a los interrogantes por el sentido religioso de su tarea y su misión de hacer el bien.
El sentido de entregarse a las personas que lo necesitan plantean la pregunta de si el sentirse necesitado, no responde tanto a una misión religiosa, como a una necesidad de dar sentido a la propia vida.
Responder a las demandas de los demás crean el sentimiento de ser necesitado, y eso es tal vez lo que nos orienta a relacionarnos con personas que de una u otra forma nos necesitan, a las que sentimos que respondemos con nuestra ayuda.
El director plantea interrogantes espirituales y religiosos de gran profundidad, y lo hace con una intensidad inusual.
El final alberga esperanza y redención.
Dice el director: «Durante mucho tiempo había querido hacer un film que presentase la fe de una manera cálida y genuina»
«Quería hablar de nosotros, las personas comunes, que nos encontramos necesitados de misericordia y perdón por nuestras deficiencias, y de la esperanza y el respeto por la vida, aunque ésta no siempre sea lo que esperábamos».
Cartas al Padre Jacob nos sorprende con reflexiones, parece decirnos y recordarnos: ¡Qué batallas y luchas se desenvuelven cotidianamente en los corazones humanos y qué consecuencias pueden tener nuestras acciones!
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