SERGÉI DOVLÁTOV, escritor
Dovlatov es el gigante de mostacho, impermeable y ojos inyectados en sangre que pasó a saludar a Kurt Vonnegut y es el causante del evidente estado de ebriedad en que se encuentran ambos en la foto. Un par de semanas antes, Vonnegut le había mandado una carta que decía: “Querido Dovlatov, a pesar de que nací en este país, he vivido en él toda mi vida e incluso defendí su bandera en una guerra, nunca logré colocar un cuento en The New Yorker. Tú, en cambio, lo has hecho a sólo dos años de llegar. ¿Pretendes romperme el corazón? Espero mucho de tu pluma. No dejes que este país desperdicie tu talento y ven cuando quieras a visitarme (si traes una botella de buen vodka)”. Serguei Dovlatov había llegado con lo puesto a Nueva York en 1980, después de ser expulsado por indeseable de la URSS. Era indeseable porque no se tomaba nada en serio. Como su compadre y futuro Premio Nobel Josef Brodsky, pertenecía a la pandilla de jóvenes escritores surgidos durante el deshielo de Kruschev bajo el ala